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Elegguá es hijo de Obbatalá y Yemú y aunque un muchacho se le considera como el más terrible de los orishas: es el dueño del destino, lleva y trae lo bueno y lo malo que no se espera.
Es el orisha de las bromas de lo inesperado e imprevisto. Emboscado en cada camino, dispone de nuestra vida en cada momento, y puede jugar con ella a su antojo. Abre y cierra los caminos y las puertas, las del cielo y de la tierra a dioses y mortales y las abre y las cierra a su capricho a la suerte o la desgracia, por esto es esencial contentar a Elegguá.
Elegguá es el primero y más importante de los guerreros y es el orisha sin el cual nada puede hacerse en Ocha.
Elegguá es correo de Olofi (ser supremo que creó el universo y repartió su aché entre los orishas para que gobernaran el mundo) y es también espía y mensajero de los dioses; por su genio de niño revoltoso siempre está dispuesto a alguna travesura. Es el primer orisha cuyo favor debe conquistarse, lo cual es fácil pues es muy goloso.
Elegguá está en todas partes acechando. Guarda las encrucijadas, está en "las cuatro esquinas" y aunque vive en las sabanas lo encontramos en cualquier lugar. Elegguá se mete en todo pudiendo enredar una situación y volverla al revés. Elegguá lo mismo contraria los planes de los dioses que los del hombre.
Elegguá es el primer orisha que recibe la ofrenda, "que come" el espíritu de los alimentos en cualquier sacrificio, es el primero a quien se saluda después de los egguns y el primero a quien se pide permiso y agasaja en toda ceremonia Yorubá para evitar con esto las complicaciones que motivarían su descontento. La leyenda señala que una vez Olofi fue curado por Elegguá de una grave dolencia y le dijo: "...Elegguá, pídeme lo que quieras muchacho". Elegguá que conocía la miseria le contestó "comer antes que nadie... y que me pongan en las puertas para que me saluden a mi primero". Pues así será le dijo Olofi y, además, lo nombró su correo y le dijo: "siendo tú el más chiquito y mi mensajero, serás el más grande en la tierra y en el cielo. Sin contar contigo nunca será posible hacer nada".
A Elegguá los videntes lo reconocen como un niño con cara de viejo con sombrero de yarey siempre fumando tabaco es también tomador de aguardiente (otí).
Como su función es la de guardián, no se le tiene nunca escaso de comida para que se sienta a gusto en la casa y no la deje abandonada para salir a buscar fuera lo que le falta. No conviene tenerle muy satisfecho pues se acomoda y no trabaja. Se le representa con los colores rojo y negro (vida y muerte) en vestidos, collares y manillas (irdés o iddés).
Elegguá es el primer adivino (awó) y es el que enseña a adivinar a Orula (es el nivel superior de la adivinación al que se le puede tener acceso a través del babalawo, se le considera ayudante de Olofi). Posee concentradas en sí todas las fuerzas y poderes de los demás orishas.
Muchos relatos (patakies) confirman la importancia universal de Elegguá y la conveniencia que supone tenerle de nuestra parte. Elegguá como acción espiritual tiene muchas formas de manifestarse, actuar o "caminos", el Elegguá de la casa está para el bien, pero en su condición general de Eshu (Elegguá de la calle u Olosi) puede hacer mucho daño.
Elegguá es uno y es todos los Elegguá a la vez, o sea, resume en sí todos los poderes y facultades atribuidas en sus 21 caminos